En la lucha contra el cambio climático, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial. Pero para ello, es necesario primero conocer nuestra huella de carbono. Identificar los factores de emisión permite actuar en la fuente. Las organizaciones se enfocan así en las actividades más contaminantes para reducir de manera efectiva su impacto ambiental. Y para calcular sus emisiones, tienen a su disposición una herramienta de medición: el balance de carbono. Análisis.
¿Qué es el balance de carbono?
El balance de carbono evalúa el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente. La idea es medir la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por una organización pública o privada debido a su actividad.
Desde la producción de un par de jeans hasta la construcción de una nueva carretera, pasando por la recolección de datos de un data center, todas las organizaciones emiten GEI.
Si la regulación sobre los balances de carbono es relativamente reciente ( ley Grenelle II de 2012), están lejos de ser nuevos. Los primeros surgieron en los años 1990. En esa época, el objetivo era principalmente reducir el consumo energético y los costos relacionados con los combustibles fósiles.
Hoy, el balance de GEI se inscribe aún más en la lucha contra el calentamiento global. Y esto, a varios niveles:
- Ayudar a las organizaciones a tomar conciencia de su impacto ambiental: al enfrentarse a datos cuantificados, toman plena medida de las incidencias de su actividad en el planeta.
- Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero: la toma de conciencia favorece la implementación de acciones correctivas. Gracias a los indicadores de medición, las empresas pueden identificar más fácilmente las actividades más contaminantes, y así encontrar alternativas para limitar su impacto. Esto es aún más importante ya que el balance de carbono debe ser público para ciertas organizaciones. Sin embargo, los consumidores y los administrados son cada vez más conscientes de los desafíos ambientales. Preferirán comprar de una marca que contamina menos y/o que actúa activamente para reducir su impacto (sin greenwashing).
Bueno saber: el balance de carbono tiene en cuenta 6 tipos de gases de efecto invernadero: Dióxido de Carbono (CO2), Metano (CH4), Hidrofluorocarbono (HFC), Óxido Nitroso (N2O), Perfluorocarbono (PFC) y Hexafluoruro de Azufre (SF6).
¿A quién va dirigido el balance de emisiones de gases de efecto invernadero?
El balance de carbono no es solo un indicador. Es también una obligación. Desde la ley Grenelle II de 2012, varias organizaciones deben realizar un balance de emisiones de gases de efecto invernadero (BEGES). ¿Cuáles son estas?
- Los servicios del Estado;
- Las colectividades territoriales de más de 50,000 habitantes;
- Los establecimientos públicos y otras personas morales de derecho público de más de 250 agentes;
- Las empresas de derecho privado que emplean más de 500 personas (o 250 empleados en ultramar).
Para las administraciones públicas, el establecimiento del balance de carbono debe realizarse cada 3 años. En el caso de las empresas del sector privado, es cada 4 años.
Además, el decreto del 24 de diciembre de 2021 prevé el establecimiento de un balance de carbono simplificado para las empresas de más de 50 empleados que se benefician de ayudas en el marco del «Plan de recuperación».
Progresivamente, el balance de GEI se extiende a más y más empresas para acelerar la transición hacia un bajo carbono.
¿Cómo se mide el balance de carbono?
No todas las actividades humanas tienen el mismo impacto en el medio ambiente. Por lo tanto, para medir el balance de carbono, es conveniente distinguir 3 tipos de impacto (llamados scope):
- El scope 1: son las emisiones de GEI directamente relacionadas con la actividad de la empresa. Por ejemplo, el combustible utilizado para la fabricación de un producto.
- El scope 2 : son las emisiones de gases de efecto invernadero indirectamente relacionadas con la actividad. Por ejemplo, el consumo de electricidad dentro de una firma de consultoría. En sí misma, la actividad no genera GEI. Sin embargo, necesita recursos energéticos para funcionar correctamente.
- El scope 3 : es la consideración de las emisiones de gases de efecto invernadero en sentido amplio. Se debe prestar atención a toda la cadena de valor de un producto o servicio. Por ejemplo, el uso final por parte de sus clientes o la elección del subcontratista para el transporte de mercancías.
Las empresas deben recolectar todos los datos que entran en uno de estos scopes (con prioridad para el scope 1). También deben asegurarse de la relevancia de los datos, limitar las incoherencias y los posibles duplicados.
Sólo después, podrán analizar los resultados para la realización del balance de carbono. Una vez que esté establecido, podrán implementar un plan de acción para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La ADEME pone a disposición de las organizaciones numerosos recursos para el cálculo del balance de carbono.
¿Cuál es el lugar de los datos del balance de carbono?
Para calcular su balance de carbono, las organizaciones necesitan datos. Ya sea la información relacionada con el consumo de energía, los procesos industriales, las emisiones de CO2 generadas durante un desplazamiento profesional, … deben recolectar cantidades astronómicas de datos para realizar su balance de carbono.
Cuanto más precisas y exhaustivas sean estas datos, más relevante y preciso será el balance de GEI.
Y para gestionar el conjunto de estos datos, una buena gobernanza de datos es indispensable. Para establecerla, las organizaciones deben hacer llamado a expertos.
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