El Doble Diamante y el Design Thinking son un dúo metodológico que se ha vuelto imprescindible para diseñar productos verdaderamente útiles. En este artículo, exploramos cómo se articulan estos dos enfoques para estructurar la creatividad, evitar las pistas falsas… y devolver al ser humano al centro de la innovación.
¿Cuántos proyectos se han lanzado pero se han estrellado de inmediato? Una aplicación bien codificada pero inútil, una interfaz elegante pero incomprendida, un servicio brillante pero ignorado por sus usuarios… ¿El punto común? Una solución pensada antes de haber comprendido realmente el problema.
Frente a estos desvíos, han surgido metodologías para recentrar el proceso de creación en el sentido, el uso y el ser humano. Entre ellas, dos destacan por su complementariedad: el Doble Diamante y el Design Thinking. Uno estructura el pensamiento, el otro lo pone en movimiento. Juntos, ofrecen una brújula para no perderse en el camino.
Doble Diamante: un modelo en 4 etapas, 2 dinámicas
Todo parte de un dibujo. Dos rombos juntos, como un par de alas: es el Doble Diamante, una representación visual creada en 2005 por el Design Council británico. El objetivo es aclarar lo que hacen los diseñadores y lo que deberían hacer todos aquellos que diseñan soluciones.
Este modelo se basa en dos grandes momentos: comprender un problema, luego responder a él. Cada uno de estos momentos está estructurado por dos fases.
Primero, se diverge. Se explora ampliamente, sin juzgar, para recoger el máximo número de puntos de vista, ideas, señales débiles. Luego, se converge. Se clasifica, se analiza, se prioriza, para llegar a una definición clara o a una solución testeable.
La primera etapa es descubrir. Se trata de observar, de cuestionarse. Sumergirse en la experiencia de los usuarios para determinar sus verdaderas necesidades (y no las que uno imagina). Luego hay que definir: sintetizar lo que se ha encontrado para establecer un problema claro, específico y potencialmente transformador. Luego se debe desarrollar, generar ideas, crear prototipos, probar pistas. Para finalizar, hay que entregar, es decir, refinar la mejor solución y prepararla para ser implementada.
Este doble movimiento de apertura y luego selección permite no confundir intuición y verdad, ni creatividad y precipitación. Es un marco flexible pero estructurante que guía la innovación sin asfixiarla.
El Design Thinking: un método, pero sobre todo una postura
El Design Thinking se presenta a menudo como un método, un proceso o una secuencia de pasos. Es cierto, en parte. Pero es también, y sobre todo, una manera de pensar los problemas, con una obsesión central: la experiencia humana.
Nacido en los años 80 en IDEO, teorizado por Stanford, el Design Thinking se basa en un ciclo de cinco tiempos: empatía, definición, ideación, prototipado, prueba. Y este ciclo no es fijo. Invita a cerrar el círculo, retroceder, comenzar de nuevo, cada vez que aparece una duda o una falla.
Lo que distingue al Design Thinking es la manera en la que coloca a los usuarios en el centro (de verdad), fomenta los vaivenes rápidos entre idea y prueba, y mezcla las competencias en formatos colaborativos. A diferencia de los enfoques descendentes, el Design Thinking no impone una solución desde arriba. Construye con, en una lógica de iteración, feedback y aprendizaje continuo. Es esta dimensión abierta, a veces incómoda, la que lo convierte en un arma formidable contra las falsas buenas ideas.
Doble Diamante + Design Thinking: la combinación ganadora
Si el Doble Diamante es un plan de vuelo, el Design Thinking es la mentalidad del piloto. Uno da una estructura clara al proceso de diseño, el otro lo anima desde dentro con herramientas concretas y una lógica profundamente humana. En realidad, los dos modelos se entrelazan perfectamente. La fase «Descubrir» del Doble Diamante corresponde a la etapa Empatía del Design Thinking: inmersión, observación, entrevistas de campo.
La fase «Definir» se une a la etapa Definición: síntesis, encuadre, reformulación del problema. De igual modo, la fase «Desarrollar» cruza con Ideación y Prototipado: generación de ideas, creación de maquetas o soluciones rápidas. Igual para la fase «Entregar» que se alinea con la Prueba: confrontación con la realidad, retroalimentación de usuarios, ajustes.
Combinando ambos se obtiene un marco completo e inteligente. Estructurado pero adaptable, creativo pero riguroso. Es a la vez una brújula para no perderse y un motor para no quedarse paralizado. Esta alianza permite a los equipos de producto, innovación o UX diseñar soluciones realmente útiles, deseables y viables.
Etapa 1: Descubrir y salir de su burbuja
Antes de resolver un problema, es obligatorio asegurarse de que existe. Y sobre todo, que vale la pena resolverlo. Ese es el reto de la primera fase del doble diamante: el descubrimiento. En esta etapa, se trata de explorar sin filtro, acoger la incertidumbre e inmersarse en la realidad de los usuarios.
No se busca aún una solución. Se observa, se escucha, se cuestiona. Es la fase en la que se acepta no saber nada. Esto implica entrevistas cualitativas (profundas y abiertas), observaciones in situ (shadowing, diarios de campo…), y el análisis del contexto cultural, social, emocional.
El objetivo no es validar una hipótesis, sino comprender usos reales, a menudo mucho más ambiguos o sorprendentes de lo que se imaginaba. Se captan verbatims, frustraciones, estrategias de evasión, no dichos. En resumen, todo lo que escapa a las hojas de cálculo de Excel. Es en esta fase donde nace la materia prima de un buen proyecto: los insights. Esos pequeños destellos de comprensión que permiten sentar bases sólidas, centradas en lo real.
Etapa 2: Definir para encuadrar sin restringir
Una vez identificadas las señales débiles, hay que preguntarse qué hacer con ellas. Es el papel de la segunda fase del doble diamante: transformar la masa de información recogida en un problema bien formulado. Esta etapa requiere clasificación, sintetización y una buena dosis de sentido crítico. Se busca identificar una tensión central.
Una necesidad mal satisfecha, una oportunidad mal aprovechada, un dolor mal expresado. Hay varias herramientas clave que utilizar en esta etapa. Es el caso de los personas (perfiles de usuarios tipo, basados en la realidad), y las cartas de empatía (para visualizar la experiencia y las emociones). También se pueden explotar las formulaciones «How Might We» («¿Cómo podríamos…?») que transforman un problema en un desafío estimulante.
El desafío aquí es encuadrar sin encerrar. Demasiado amplio, te puedes perder. Demasiado estrecho, se pierde la innovación. El desafío es encontrar ese punto de equilibrio donde el problema es lo suficientemente preciso para guiar, pero lo suficientemente abierto para inspirar. Esta etapa suele subestimarse. Sin embargo, una buena definición del problema determina la calidad de toda la secuencia. Mal encuadrar es dirigirse hacia una solución brillante… pero completamente inútil.
Etapa 3: Desarrollar para abrir las compuertas creativas
Una vez definido el problema, es el momento de la generación de ideas. Es la fase «desarrollar» del Doble Diamante, donde el objetivo es imaginar el máximo posible de soluciones potenciales. Aquí se entra en el terreno de juego favorito del Design Thinking, con sus talleres de ideación, y sus post-its multicolores.
También hay reglas de oro a seguir: no juzgar prematuramente, cantidad antes que calidad, y aprovechar las ideas de los demás. Es el momento de cruzar miradas, de recurrir a perfiles variados, y de permitirse ideas absurdas que a veces pueden conducir a una verdadera joya.
Pero la ideación por sí sola no es suficiente. Se debe prototipar rápidamente, incluso de manera rudimentaria. Maquetas de papel, storyboards, mockups… No importa la forma: lo que importa es dar cuerpo a una idea lo antes posible para confrontarla con la realidad.
Esta etapa suele vivirse como eufórica, pero también puede desorientar. Todo parece posible y aún no se ha validado nada. De ahí la importancia de mantener en mente la problemática inicial, para que la creatividad permanezca anclada en la necesidad de los usuarios.
Etapa 4: Entregar, probar, ajustar, validar
El último rombo del Doble Diamante simboliza la fase más operativa. Aquella en la que se transforma un prototipo en una solución lista para usarse, sin perder la agilidad adquirida en el camino. Pero cuidado: entregar no significa «lanzarse de cabeza». Esta fase comienza con pruebas de usuario específicas.
Permiten obtener retroalimentación concreta sobre la usabilidad de la solución, su pertinencia percibida y sus efectos secundarios inesperados. Cada retroalimentación es una oportunidad para ajustar, corregir, iterar. El objetivo no es alcanzar la perfección de una sola vez, sino reducir la incertidumbre paso a paso. Hasta poder desplegar una versión funcional, útil y adoptada.
Una vez validada la versión, finalmente llega el momento del lanzamiento, de la documentación. De la transferencia al equipo de producto o desarrollo, según el contexto. El Doble Diamante se termina, pero la vida del proyecto apenas comienza.
Lo que el Doble Diamante nos enseña (de verdad)
En el fondo, el Doble Diamante es una forma de concebir el diseño como una exploración progresiva, alternando fases de apertura y de reciente. Este modelo nos enseña tres cosas fundamentales.
- Que un buen problema vale más que una mala solución.
- Que la divergencia no es desorden, sino un paso necesario hacia la claridad.
- Y que probar temprano es evitar perderse en una dirección equivocada.
Combinado con el Design Thinking, el Doble Diamante se convierte en más que un marco. Se convierte en una cultura que valora la escucha, la iteración, la co-creación… y que devuelve al ser humano al centro de cada decisión de diseño.
Conclusión: Doble Diamante y Design Thinking, estructurar la intuición para transformar la innovación
Muy a menudo, la innovación se trata como un sprint aislado, desconectada del terreno. El Doble Diamante, aliado al Design Thinking, recuerda que innovar es, ante todo, pensar en grande y luego apuntar con precisión. Este enfoque, antes reservado a los diseñadores, ahora es adoptado en equipos de producto, tecnología, marketing, RRHH… porque estructura la creatividad sin encerrarla, y transforma los proyectos en experiencias realmente vividas y útiles.
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Ahora que sabes todo sobre el Doble Diamante y el Design Thinking, te invitamos a descubrir nuestro artículo completo sobre Figma.